Conocimiento y vida se equivalen. Los seres vivos nos hacemos en y por el conocimiento: al conocer somos autopoiéticos, nos hacemos a nosotros mismos, nos constituimos en los que somos. Y desde ese ser que somos nos reflectamos, nos volvemos hacia nosotros mismos y nos conocemos en y por una red de interacciones recurrentes en la que actuamos con efectividad mediante una coordinación conductual individual y social y en coordinaciones conductuales recursivas sobre las coordinaciones conductuales en nuestros dominios de existencia. Somos y nos conocemos siendo; conocemos y somos conociendo y conociéndonos (Maturana y Varela 1994).
En esta coordinación de coordinaciones conductuales el conocimiento aparece a la vez como un descubrimiento y como una construcción: hay algo que no conocíamos y que ahora conocemos y ese paso del no conocer al conocer hay algo que construimos, un ser que surge del no ser y que a partir de ese surgir se instala con una vida propia, en un mundo de ideas que tienen su habitat, su vida, sus costumbres, su organización (Morin 1991). Inversamente, ese instalarse del ser en nuestro horizonte de eventos se produce en un proceso que nos envuelve y que se genera en nosotros.
miércoles, 23 de noviembre de 2005
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