Libertad
"Guerreros de la libertad total", enseña Don Juan que hemos de ser, y que esa libertad está más allá de la derrota de nuestra importancia personal. Toda su enseñanza se ordena a este punto culminante; el largo aprendizaje no tiene otro objetivo que la muerte del yo personal que ha privado al hombre de su poder; buscar esta libertad es la única fuerza que Don Juan conoce. Libertad y regocijo de la mano de tristeza y añoranza. Sin éstas uno no está completo, pues sin ellas no hay sobriedad ni gentileza. La sabiduría sin gentileza y el conocimiento sin sobriedad son inútiles.
En este punto toda la enseñanza de Don Juan adquiere unidad y sentido:
Nuestra fuerza está en conocer.
El conocimiento es mucho más de lo que solemos creer.
Hay mundos nuevos al alcance de la mano.
Nos introducimos en ellos mediante una percepción diferente, mediante el ver.
Para ver necesitamos acabar con la traba de nuestra importancia personal.
Acabamos con nuestra importancia personal si paramos el mundo mediante la detención del diálogo interno.
Detenemos nuestro diálogo interno mediante la técnica del no-hacer que es realizada por el cuerpo, no por la razón. El secreto no está en lo que hacemos, sino que en lo que no-hacemos: en hacer el no-hacer, estado de flujo más allá de las limitaciones racionales. Para ello debemos practicar el abandono, la frialdad y la audacia.
Los no-haceres del yo son: borrar la historia personal, perder la importancia, romper las rutinas que fijan las continuidades de nuestras descripciones.
Al acabar con nuestra importancia personal liberamos gran cantidad de energía que nuestro cuerpo recanaliza: Don Juan llama impecabilidad a esta recanalización de energía.
Mediante los no-haceres del yo nos ponemos a disposición del espíritu mediante el puro entendimiento que aparece cuando rompemos nuestras predisposiciones perceptuales.
Solo hasta aquí puedo llegar en este escrito: el resto es del lector. Mi intención es propedéutica: para mí, porque me ha hecho recapitular una y otra vez una experiencia de años. Talvez también para quien lo lea, en la medida en que incite a encontrarse personalmente con Don Juan.
Y el camino de cada cual será diferente.
lunes, 26 de febrero de 2007
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Concluyo la serie precisamente cuando pude obtener los primeros libros de Castaneda. Excelente el complemento de sus apuntes para adentrarme en su pensamiento.
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Saludos.
Me alegra.
ResponderBorrarCada cual hace su propia lectura: te sugiero entregarte a la que sea la tuya, sin tomar en consideración la mía. G.
ResponderBorrarbueno de nuevo me tienes por aquí,tal vez me atraiga tanto Castaneda por la semejanza que encuentro en el a veces con la filosofia taoista, el no hacer y nada queda por hacer...
ResponderBorrarveras, soy medico de familia,pero una amante de la acupuntura, he tenido grandes maestros, como es el Doctor Padilla de la Escuela Neijin en Madrid.somos grandes amigos desde hace ya muchos años.en mi consulta hago la medicina convencinal, y mi hoby que es la medicina china. y fue el taoismo el que me llevo a Castaneda.a mis pacientes les suelo enseñar algo....
Me alegra mucho conversar contigo, amiga. Veo que en estos asuntos tenemos un camino semejante. Yo practivo yoga desde hace ya más de 50 años; fui profesor de "Filosofía Oriental" en la Universidad Católica de Santiago, sumando al yoga la filosofía del tao. Desconozco el sánscrito y el chino, por lo que siempre busqué un lenguaje castellano para decir las cosas de esas sabidurías, tan cargadas culturalmente con mitos que no son los nuestros. Hasta que me encontré con Castaneda. Allí tuve las visiones y el lenguaje que necesitaba. Aplicable hasta cierto punto, porque hay aspectos del yoga y del tao que es difícil decir de otra manera. Pero - en definitiva - las semejanzas entre Castaneda y el yoga o el tao son enormes. Un abrazo. Gonzalo.
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