viernes, 16 de febrero de 2007

El camino del conocimiento 6

El guerrero
Para Don Juan el conocimiento es mucho más que un acto racional: es un acto humano cabal, que requiere una lucha constante por superar los marcos limitados de las verbalizaciones de la razón y llegar a percibir la totalidad de un mundo extraño y maravilloso a la vez. Por eso enseña que el "hombre de conocimiento" está "en guerra", es un "guerrero". Las características de esta actitud las propone del siguiente modo:
- Tener respeto. Un hombre de conocimiento enfrenta su mundo con miramiento deferente. No lo manipula antojadizamente sino que se plantea en medio de él con un sentimiento de pertenencia agradecida. Se trata de un sentimiento temperante que hace posible que el conocimiento sea una alternativa posible.
- Tener miedo. Un hombre de conocimiento enfrenta su mundo con temor, y evalúa cuidadosamente ese temor en el curso de sus propias acciones. El conocer sin respeto y sin temor es algo que se desboca. Al conquistar su propio miedo el hombre de conocimiento adquiere la sobriedad y el talante necesario para llegar hasta todo su conocer.
- Estar despierto. Tener conciencia de lo que se busca, "conciencia de intención", dice don Juan; y también tener "conciencia del flujo" que el conocimiento trae consigo, tener la certeza de que se es capaz de percibir en todo momento las más pequeñas variaciones de los procesos del conocer.
- Confiar en sí mismo: el camino elegido es el único camino posible para las acciones que se necesita poner. A partir de esta actitud puede uno reclamar el conocimiento para sí mismo, como una fuerza, un poder. Respeto y temor sin estar despierto y sin confiar en sí resultan empequeñecedores. Estar despierto y confiar en sí sin respeto y temor resultan vanos y pretenciosos.
Uno aprende a actuar como guerrero actuando, no hablando: el conocimiento es acción. Pero el guerrero espera. Espera su voluntad: algo que sucede misteriosamente y que solo puede ser esperado. La voluntad, en las enseñanzas de Don Juan, es mucho más que un desear o un querer: es una fuerza inexplicable que de pronto está: "algo que un hombre usa, por ejemplo, para ganar una batalla que, según todos los cálculos, debería perder" (RA 168). Sin embargo, el espíritu de un guerrero no está engranado para ganar o para perder: solo para la lucha, y cada lucha es su última batalla sobre la tierra. Por consiguiente, al guerrero le importa muy poco el resultado, y deja fluir su espíritu libre y claro. Y mientras libra su batalla, sabiendo que su voluntad es impecable, el guerrero ríe y ríe. Cada acto del guerrero es su última batalla sobre la tierra.
En esta lucha, el guerrero solo tiene su voluntad y su paciencia y con ellas construye todo lo que quiere. Lo primero que ha de adquirirse es la paciencia: con ella se está en el camino de la voluntad. Pero hay que cuidarse: la voluntad se nos escapa por un boquete que hemos de cerrar; se nos puede ir la vida. No debemos entregarnos, sino que cuidar el "ánimo del guerrero": estás en lo que estás porque has decidido estar allí, no porque otros te hayan puesto en ese lugar o porque deseen hacerte algo. No dependes de "esa estupidez que llamas 'mi vida'". Don Juan critica a Carlos diciéndole "eres como una hoja al viento: desde que naciste te están haciendo algo". Al contrario, te puedes espolear más allá de tus límites si estás con el ánimo correcto; un guerrero crea su propio ánimo. "Si sigues así de feliz vas a agotar el poco poder personal que te queda. Un guerrero jamás baja la guardia. Te estás entregando a ser tolerante y bueno. Morir de contento es muerte de imbécil".
En esas condiciones, el guerrero vive estratégicamente y "tapa sus puntos de desagüe". Un guerrero impecable nunca planea nada por adelantado, pero sus actos son decisivos. Da lo mejor de sí y después, sin remordimientos ni lamentos, se queda tranquilo y deja que el espíritu decida el resultado. Control y abandono definen el "ánimo del guerrero"; y en estas cosas no puedes hacer nada por otro: los actos de darse cuenta son personales.

Es el "camino del guerrero".

4 comentarios:

  1. Anónimo6:31 p. m.

    Puedo afirmar que disfruté de la dicha de leer el primer libro de Carlos CAstaneda, Las enseñanzas de Don Juán, hace muchos muchos años. Y luego todos los demás.
    Es uno de los libros que califico como, no de leer, sino de estudiar. ¡Hay tanto que aprender en él!

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  2. Coincido con tu experiencia, amigo. Para mí fue el descubrimiento de una nueva continuidad de descripciones que me han abierto muchos mundos. Saludos.

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  3. "Un hombre de conocimiento enfrenta su mundo con temor", no sería mejor decir cautela. El temor, el miedo como acompañante del conocimiento o no lo entiendo -que es lo más probable- o no lo comparto.

    Saludos.

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  4. Gracias por la precisión. Es bueno recordar que Castaneda - siendo peruano de origen - se radicó en California y escribió en inglés a pesar de que él mismo dice que sus relaciones con Don Juan fueron en castellano. Lo importante es el sentido que nosotros demos a lo que propone. Insiste mucho en que el camino del conocimiento no es fácil y que está lleno de acechanzas que requieren que nos man tengamos atentos. Así, ciertamente que "cautela" es un término adecuado. Saludos.

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