martes, 20 de febrero de 2007

El camino del conocimiento 8

Ver
Se puede ir más allá del poder: se puede llegar a ver, que es diferente de mirar. "Cuando tú miras las cosas no las ves. Solo las miras, yo creo que para cerciorarte de que algo está allí. Como no te preocupa ver, las cosas son bastante lo mismo cada vez que las miras. En cambio, cuando aprendes a ver, una cosa no es nunca la misma cada vez que la ves, y sin embargo es la misma... Tus ojos sólo han aprendido a mirar". Solo hay una manera de aprender a ver: viendo. Sin embargo, copiar procedimientos sin conocimiento interno no lleva a ver. Ver es percibir algo más, no como una cosa de la imaginación, sino como algo real y concreto.
Ver está más allá de las palabras; es un nuevo acto de percibir, que viene luego de haber parado el mundo a través del no-hacer, traspasando toda descripción.
El acto de ver ocurre solo cuando uno se cuela entre los mundos: el mundo de la gente corriente y el "mundo de los brujos". El que no alcanza a ver se queda atrapado en el mundo de la gente corriente o en el de los brujos pero para aprender a ver hay que aprender a mirar el mundo como los brujos y luego quedarse entremedio de esos dos mundos.
Así, ser vidente es adquirir una capacidad de ampliar el campo de percepción mediante el movimiento del punto de encaje hasta hacerse capaz de aquilatar no solo las apariencias externas sino que la esencia de todo. Ver es un sentido peculiar de saber, de saber sin la menor duda. Sin embargo, la obsesión por ver socava la fuerza necesaria para ser hombre de conocimiento: se penetra en los mundos que se ven y no se regresa jamás. Para ser hombre de conocimiento hay que dominar y sobrepasar el ver.
Mediante el acto controlado de ver se puede penetrar en lo desconocido y captar que lo conocido y lo desconocido tienen una misma base: ambos quedan al alcance de la percepción humana. Los videntes pueden transformar lo desconocido en conocido si saben callar: "Te confundes sólo cuando hablas".
Por eso la clave para ver está en oponer nuevas descripciones a las que definen las continuidades de nuestra realidad ordinaria: parar el mundo mediante el no-hacer de nuestras descripciones habituales, a través de otras descripciones que definen otras continuidades y realidades. Y, en definitiva, colarse por entremedio de esas descripciones. Esto, como un proceso continuo: si nos quedamos en un mundo, en una continuidad de descripciones, dejamos de ver. Y cuando hemos logrado ver no hemos de aferrarnos a lo visto porque en ese mismo acto se generan nuevas continuidades de descripciones que amarran nuestra percepción. Ver nos pone en el borde del conocimiento pero hemos de ir más allá de ver si queremos conocer. El conocimiento es siempre una percepción silenciosa, que se encuentra más allá de cualquier lenguaje y de cualquier ver que a su vez genera nuevos lenguajes.
En ese continuo proceso de ver y conocer, el guerrero espera su voluntad.

3 comentarios:

  1. Un poco confundido al principio con lo del brujo pero la definición que da al final de conocimiento me parece antológica.

    Saludos.

    ResponderBorrar
  2. Lo que pasa con las enseñanzas de don Juan es que no son racionales, sino que descripciones sobre prácticas que a veces nos calzan, otras no.

    ResponderBorrar
  3. Ahora lo entiendo perfectamente. Gracias por la aclaración.

    ResponderBorrar