El antropólogo, filósofo y teólogo Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955), uno de los descubridores del “hombre de Pekín”, dejó una vastísima obra escrita que se adelantó a su tiempo. En esa época, su influencia se vio limitada por la incomprensión de sus superiores eclesiásticos que abusaron de su voto de obediencia, le prohibieron integrarse a la Academia Francesa y lo expatriaron a Nueva York.
Es una visión grandiosa de la evolución de la materia hacia la vida y la hominización a través de un proceso de complejización creciente de la conciencia que se centra sobre sí misma. El hombre aparece así como la flecha de la evolución en un ascenso hacia un “Punto Omega” que constituye el llamado y fin último de toda la materia hecha conciencia y vida. No es éste el lugar para exponer esta visión. Remito a la obra misma de Teilhard y a sus comentaristas. Lo que me interesa ahora es sugerir a los lectores un examen de la propuesta de un grupo de físicos (especialmente norteamericanos), que, sin decirse sus seguidores, plantean en términos teilhardianos la evolución y destino del universo.
La teoría del Punto Omega en la cosmología científica de Frank Tipler parte de tres presupuestos:
1. El principio antrópico final, esto es, que la vida y la vida inteligente no son solamente necesarias dentro de nuestro universo, sino que no desaparecerán luego de ésta su primera emergencia. Están destinadas a abarcar y dominar todo el universo. La flecha del universo es la vida, la conciencia y la humanización en su grado máximo.
2. La expansión del universo no continuará indefinidamente sino que entrará en una fase de contracción, debido a la gravitación, hasta un colapso de la materia y un punto final de la historia del universo, un Punto Omega.
3. La energía en el universo es ilimitada. Por consiguiente ese colapso final del universo no es un estado de máxima entropía, sino que de máximo procesamiento de información, un estado de vida eterna. La vida es esencialmente acumulación de información. En su camino hacia el Punto Omega la vida abarcará y dominará la totalidad del universo material. El Punto Omega mismo será un lugar de máxima acumulación de información, a la vez inmanente y trascendente con relación a cada punto en el espacio-tiempo. Sus propiedades serán de personalidad, omnipresencia, omniciencia, omnipotencia y eternidad: las propiedades de Dios. Estas propiedades del Punto Omega muestran su capacidad de crear la totalidad del universo.
A esta altura de la argumentación se revierte la perspectiva de tiempo propuesta por Tipler. Dios, en su capacidad como futuro final del universo es realmente su creador, que pone a sus creaturas en comunión consigo mismo a través de la historia del universo. Mientras que nosotros actuamos desde nuestro presente hacia el futuro, porque miramos un futuro fuera de nosotros mismos, Dios, que es él mismo el futuro absoluto, da a sus creaturas una existencia que precede el futuro y que se mueve hacia él. Esta comunión con Dios eterno significa una transformación de nuestra actual forma de existencia: una resurrección, y una escatología del amor.
Todo esto, desde el punto de vista de la física. Según Tipler y los demás matemáticos y físicos que proponen esta forma de interpretar los datos cosmológicos, cualquier físico podría llegar a las mismas conclusiones, siempre que se atreva.
Vale la pena mirar por ese lado.
Bibliografía
Smulders. P. (1965) A visāo de Teilhard de Chardin. Petrópolis, Vozes
Theilhard de Chardin, P. (1955 a 1957) Œuvres. Paris, Seuil, 4 vols.
Tipler, F. and John Barrow (1988). The anthropic cosmological principle, New York, Oxford University Press
Tipler, F. (1995). The physics of inmortality: modern cosmology, God, and the resurrection of the dead, New York, Anchor Books. Ver más referencias en: http://www.aleph.se/Trans/Global/Omega
jueves, 30 de noviembre de 2006
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Gracias por compartir su reflexiones. Hoy he recuperado un escrito y he puesto un enlace a este post.
ResponderBorrarSaludos cordiales.
Gracias, amiga. Me alegra ser instrumento de un regreso. Saludos. Gonzalo.
ResponderBorrarAmigo Gonzalo, siempre sorprendiéndome. Como sabe me gusta la figura de Teilhard de Chardin y sus reflexiones. Creo que su pensamiento merece ser recuperado porque quedo minusvalorado, como usted menciona, por su sacerdocio y por el fraude del hombre de Piltdown.
ResponderBorrarEste fin de semana estaré en Santo Domingo de Silos y en la Catedral de Burgos, me acordaré de usted, le tendré presente.
Saludos.
Gracias por tu oración en Santo Domingo de Silos. Espero que esos monjes hayan superado ya el vendaval de los discos: perdieron a más de uno de ellos. Saludos. Gonzalo.
ResponderBorrarCreo que está superado pero siguen vendiendo discos. Ya le contaré, el claustro es único.
ResponderBorrarAbrazos.
gracias por publicar estas cosas... internet facilita realmente las curiosidades que realmente se están despertando en varias personas como yo, observando el advenimiento de la ultraconciencia de Bergier, del superhombre de Nietzsche (Zaratustra), del estado de gracia de Clarice Lispector, de los ojos bien abiertos de la ceguera de Saramago. Encontraré de alguna manera la carrera que me corresponda estudiar, aún no dilucido si está en la filosofía, la ciencia, el arte... de todas maneras, gracias por proveer sabiduría, en un medio que podemos utilizar como herramienta, dejando un poco de lado los males de la globalización y la queja permanente al neoliberalismo. Los hombres van a cambiar...
ResponderBorrargracias otra vez. Te dejo mi modestísimo blog....
www.alfonsinaalvarez.blogspot.com
Gracias, amiga Alfonsina. Veré tu blog con mucho gusto. Gonzalo.
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