domingo, 7 de enero de 2007

Una introducción al Yoga 4

La propuesta ascética del yoga
En su búsqueda de un camino de libertad el yogui abraza una propuesta ascética. Cualquiera que sea su forma, esta propuesta apunta a ofrecer la posibilidad de un estilo de vida marcado por un conti­nuo ejercitarse en función de la obtención de un objetivo, que no es otro que la superación de la ley del karman, el abstraerse del flujo samsárico, lograr la muerte del yo para unirse a la única Realidad. Este ejercitarse constituye, precisamente, una ascética: "áskesis", en griego, designa al entrenamiento fí­sico, al ejercicio.
Mirado desde este punto de vista, el yoga es uno solo. Sus distintas formas, que reciben denominaciones diferentes, no se apartan de ser propuestas ascéticas ordenadas al objetivo dicho. Difieren en su metodología, la que se relaciona con for­mas de ejercitarse que quedan entregadas a opciones personales mo­tivadas, como muchas otras, por la historia de cada cual. Lo que digo aquí se refiere a la metodología Ha-Tha del yoga, que acentúa el uso del cuerpo como medio para obtener la liberación. "Ha-Tha yoga", como lo sabes, significa más o menos "unión de los principios ne­gativo y positivo", haciéndose referencia a que a través del ejer­cicio que se propone, se obtiene un equilibrio energético, una estabilidad física, sicológica y espiritual, en la cual es posible que el cuerpo se constituya en un vehículo de búsqueda de la conciencia-testigo.
En la presentación de la propuesta ascética del yo­ga, los autores se basan en Patanjali y sus comentaristas y a esas mismas fuentes me remito. En su conjunto, tal propuesta se compone de ocho "brazos" (anga) o etapas, las que no son lineales en el sentido de que superada una no se vuelva a ella. Más bien constituyen otras tantas circunvoluciones de una espiral, a través de la cual volvemos, cada vez con más intensidad y resul­tados, a insistir en lo mismo. Esta forma de expresar un método ascético orientado a la contemplación es frecuente en la literatura universal.
Los ocho brazos del yoga, tal como los expone Patan­jali, responden a ciertas fases:
Una fase de condiciones necesarias para la práctica del yoga. Son las "abstinencias" (yama) y las "disciplinas" u "ob­servancias" (niyama).
Una fase de logro de estabilidad en pos­turas de suyo no naturales (asana).
Una fase de control del ritmo respiratorio (pranaya­ma).
Como resultado de la práctica de asana y pranayama, viene la independencia con respecto de los estímulos (pratyahara).
Finalmente, se llega a una etapa encaminada a la liberación, conocida en su conjunto como "samyama", y que consis­te en tres fases sucesivas y no separables: la concentración (dharana), la meditación (dhyana) y la iluminación o éxtasis (samadhi) que de allí suele resultar.

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