La regeneración por el lógos
Los textos del CH muestran claramente que el hermetista recorre un camino que lo lleva a una experiencia silenciosa, “mística” (de myéin: “cerrar la boca”) y a un proceso de regeneración (palingenesis) del cual aflora un hombre nuevo, por y en la palabra, el Lógos. Veamos las características de este proceso.
Toda la revelación hermética – desde la experiencia de iniciación del discípulo hasta la regeneración del hermetista – gira y se realiza en torno a la palabra, en la palabra, por la palabra. Pero no cualquier decir: es la palabra completa: lógos téleios; palabra eficaz, llena de obras: lógos mestós tôn érgon.
Esta palabra eficaz es capaz de paternidad: se siembra en quien la recibe y genera nueva vida. Es una palabra simiente, un Lógos hijo de Dios que hace nacer una nueva vida en el hermetista. Engendra al Espíritu. Para que así sea, el hermetista ha de poner sus sentidos “en ligadura”: la “katargía pasón tón aisthéseon” es la condición indispensable para que se produzca esta paternidad en la palabra.
Nada hay en los textos del CH que indique un camino o método para lograr esta atadura de los sentidos, y habrá que buscar en los medios místicos en que vive el hermetista para encontrarlo: en el movimiento de eremitas que se genera en torno a los templos y en el desierto egipcio, movimiento que da el ambiente propicio para los eremitas y cenobitas cristianos que florecen allí hacia el siglo IV d. C. Es el aislamiento del mundo y la ascética personal en busca de las condiciones en las que el alma – en su subida hacia el Uno – va desnudándose de los ropajes de la dodécada, los doce vicios que se originan en el descenso del alma a la materia. Es la década que se encarga de producir esa desnudez: las diez virtudes que corrigen los doce vicios. Sin embargo, esta descripción forma más bien parte del contenido de la revelación hermética, y no de aspectos metodológicos relacionados con las prácticas ascéticas recomendadas.
Queda en claro que no es la revelación misma – por sus contenidos – la que produce la regeneración, sino que el hecho de que el hermetista acoge en sí y hace fructificar en función de su nueva vida la palabra divina, el Lógos hijo de Dios y engendrador de nueva vida por la unión con el Uno.
En esta perspectiva se lee bien el mandato de silencio: de nada vale difundir los contenidos de la revelación a no iniciados, a quienes no se han puesto en camino para recibir y hacer germinar el Lógos, a quienes no han puesto sus sentidos en ligadura. Realmente, en los no iniciados los contenidos de la revelación no tienen nada que decir: son solo palabras vacías, sin obras de regeneración.
domingo, 4 de marzo de 2007
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Apreciado Gonzalo,
ResponderBorrarme emociona simpre leerlo.
Esa palabra eficaz, llena de obras, y por lo tanto vida, ¿no es ya en sí misma acción? Y entonces ¿no es la misma esencia o potencialidad divina del 'al principio era el Verbo y el Verbo se hizo carne'? ¿Nombrar para ser, para diferenciar la vida de la nada, pero desde el silencio creador, no desde una palabra discursiva o argumentativa? ¿Un silencio que pasa por la reclusión del mundo, por la profundización en el desierto personal? Entiedno, que a esa palabra llena de obras, puro acto en sí misma, sólo puede llegarse por revelación, por ahondamiento en su contrario: el silencio. Por 'dejarse caer' de la propia persona: abrirse a Dios en la insignificancia y grandeza que el silencio nos muestra. No sé muy bien...
Saludos afectuosos y gracias por visitar mi blog,
Atticus
Estoy de acuerdo en que la mayoría de los no-iniciados encontrarán incomprensibles, cuando no risibles, las pistas que puedan ofrecerse sobre "ello".
ResponderBorrarPero por otra parte, ¿cuántos de nosotros no habríamos iniciado uno u otro camino de conocimiento, de no ser por los mapas que otros buscadores, sin duda movidos por su compasión hacia el ser, han dejado a lo largo del tiempo y el espacio?
Por no hablar de la belleza poética, nunca exenta de contenido, de muchas de estas joyas surgidas a lo concreto desde las profundidades de lo absoluto.
Saludos y no-saludos.
Me emocionan los comentarios de ambos, y solo me cabe admirar y callar. En el silencio se encuentran todos los caminos de búsquedas del Espíritu.
ResponderBorrarDel hermetismo pitagórico decían que el silencio era el cimiento de la filosofía.
ResponderBorrarRespecto a la exclusión de los no iniciados ya se sabe que la semilla no germina en un campo sin cultivar.
¿Tiene otro blog?
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Saludos.
Sí, amigo: inicié un blog en el que deseo mostrar lo que puede ser el humanismo del ocio y del trabajo ocioso. La motivación estuvo en que la gente que vive por acá suele "usar" esta maravilla en que vivimos y hacer de ella más un "dormidero" que un lugar ded vida. Accedes por el vínculo "Tunquelén" que he colocado aquí. G.
ResponderBorrarMe parece un mensaje muy similar al "Also sprach Zaratrustra" de Niestzche. Como me gusto Niestzche también me gusta ahora.
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