viernes, 2 de marzo de 2007

El camino hermético 2

El ambiente espiritual de los inicios del hermetismo
Los textos del Corpus Hermeticum pueden – ciertamente – ser clasificados de “escritos teológicos”, si tomamos el término teología en sentido amplio, capaz de contener “palabras sobre Dios”, más allá de un concepto académico restringido de la disciplina teológica. También pueden ser dichos como “escritos filosóficos” por cuanto ofrecen una “sabiduría sobre el amor” o trama del universo. Podemos decir que se trata de escritos “filosófico-teológicos” o de búsqueda de una religión filosófica, complementariedad que se mantiene a lo largo de la enorme influencia ejercida por estos escritos en mentes buscadoras de Occidente hasta hoy. También podríamos decir – en un sentido inverso – que los escritos del Corpus Hermeticum se inscriben dentro de esa tradición de búsqueda, ya que sus autores – que prefieren remitirse a la autoridad de un “Hermes Tres Veces Grande” – se revelan como intensos buscadores del Espíritu, grandemente influidos por el pensamiento neoplatónico que da la tónica intelectual durante el Imperio Romano. El círculo de filósofos y buscadores espirituales que se forma en Roma en torno a Plotino (205-270 d. C.) es un buen ejemplo de una coalescencia espiritual propia de los períodos de globalización, también en nuestros tiempos. Plotino estudió en Alejandría con Ammonius Saccas durante 11 años antes de establecerse en Roma donde tiene una gran influencia espiritual. Tendremos ocasión más delante de volver sobre estos temas.
El ambiente en que se producen los textos del Corpus Hermeticum es el de la espiritualidad helenística de los templos, sacerdotes y filósofos de Alejandría de Egipto, centro de actividad económica a la vez que filosófica, religiosa y mística. Se trata de un ambiente a la vez intelectual y popular, con múltiples ramificaciones. Los templos egipcios ofrecen por esa época un ambiente de estudio de las cosas del mundo y del espíritu en el que se estudia la astrología nacida entre los caldeos y de allí se deriva hacia la medicina y el estudio de las propiedades de los elementos, pero no se remiten estos estudios a la observación científica, sino que a la naturaleza revelada de los conocimientos que allí se adquieren. Los escribas son reputados como sabios y se elogia su ocupación profesional en las cosas del espíritu, religiosas o profanas; la literatura que se produce es abundante: libros sapienciales cercanos a los del Antiguo Testamento, consejos de sabiduría moral, métodos oraculares, astronomía, matemáticas, codificación y análisis escritos de lo concerniente a los mitos bajo la forma de especulaciones cosmogónicas cercanas a la sabiduría popular.
Algunos de estos escribas, talvez pensadores solitarios menos conocidos, eligieron el nombres de Hermes Trismegistos como el más acorde con sus propósitos didácticos, y el de mayor autoridad, y entregaron sus escritos como enseñanzas de Hermes. Pequeños tratados (lógoi) sobre las que ellos consideraban ser las verdades más elevadas hacia las que apuntaba la filosofía griega, con lo que se llegó a dar como sentado que esta filosofía se fundaba en la sabiduría de Hermes y en sus escritos egipcios. Los textos adquirieron así una autoridad mayor de la que habrían logrado si hubieran sido dados a conocer bajo los nombres de sus propios autores. En esta intención de busca de autoridad Hermes aparece como un personaje humano, un maestro, pero alguien que ha logrado la gnosis, esto es, un conocimiento unitivo con Dios, lo que lo hace el primer y más grande de los maestros. Un personaje que al morir se hace Dios, como lo hará cualquiera que haya alcanzado la gnosis. En los diálogos del Corpus Hermeticum este maestro habla con su discípulo durante su vida terrenal, como ser humano. Los Hermetica alcanzaron – así – una enorme popularidad y autoridad a partir del siglo II d. C.
El nombre de Corpus Hermeticum o Hermetica ha sido dado por comentaristas actuales a una colección de 19 lógoi: 18 en griego y uno en su traducción latina (no se dispone actualmente de la versión griega que fue conocida por Lactantius hacia el 300 d. C. con el título de Hermoy Trismegistoy lógos téleios ) Se agregan 29 citas hechas por el bizantino Juan de Stobi – dicho Stobaeus – en el Anthologium de textos filosóficos que preparó para su hijo aproximadamente en la segunda mitad del siglo V d. C. Además, 37 fragmentos que constituyen citas hechas por diferentes autores. La numeración completa varía algo entre las dos ediciones que forman el corpus de esta investigación, sin que sea relevante entrar en detalles que el lector interesado podrá consultar comparativamente en ambas ediciones críticas.
Desde el siglo II d. C. los textos herméticos gozaron de una popularidad creciente, especialmente a partir del siglo XV gracias a la edición traducida al latín que preparó Marsilio Ficino en 1471. Esta popularidad dio origen a distintas y numerosas escuelas herméticas y alquímicas, de muy variada composición y contenido. A la edición de Ficino siguieron varias más: Turnebus (1554); Flussas (1574); Patritius (1591); Casaubon (1614); Tiedmann (1718); Parthey (1854); Ménard (1866); Zeller (1903); Reitzenstein (1904), la primera edición considerada “científica” por los especialistas; Kroll (1914); Heinrici (1918). Vienen luego las que se han usado para determinar el corpus de esta investigación.
La lengua en que han sido escritos estos textos es el griego común (koiné) de la época helenística. El tratado conocido como Asclepius ha llegado hasta nosotros solamente en una traducción latina.

4 comentarios:

  1. Siempre los vi como una especie de herederos del hermetismo de la escuela Pitágoras.

    Ahora veo algo más.


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    Saludos.

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  2. Lo de la relación con Pitágoras es algo que siempre surge porque hay allí muchas ramificaciones. Pero - por lo que he podido leer - hay algo de genio propio en esos maestros greco-egipcios del helenismo alejandrino. Saludos. G.

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  3. Sí, además creo que sabemos de ambos (Pitágoras y Plotino) por las biografías que hizo Porfirio.

    Curiosamente a Plotino lo estudiamos en Historia de las ideas políticas como un neoplatónico.

    Me recuerda mis tiempos universitarios...Algo queda.

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  4. Veo que queda mucho... y bueno.

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